
04.04.2025
No puedo intentar escribir un cuento sin invocar la complicidad de mi Trasgu, el pícaro duende asturiano que se sumó a mi andar hace unos años en Cimadevilla, ese encantador barrio de Gijón, y desde entonces habita en mi biblioteca. Él conoce la magia de dibujar un paisaje dentro de una pompa de jabón.