Sobre un reconocimiento, la gratificación, validación, gratitud y el impulso vital.

31.10.2024

Recibir un premio me produce, como primera reacción, una enorme gratificación y una vez superada esa agradable sensación siento que esto me hace sostener mi intento escritor, entonces esos sentimientos le abren la puerta al agradecimiento. 

Entre muchas razones escribo con la esperanza de que mis escritos se echen a volar y que ese vuelo cobre sentido a partir de ser leídos y en ocasiones como esta, en la cual integrantes de un jurado distinguieron mi texto como el mejor, me lleno de orgullo. Que existan agrupaciones como la Asociación Cultural Padre Serapio de Bercianos del Real Camino, que desinteresadamente organizan concursos de este tipo con el afán de dar a conocer los trabajos de quienes abrazamos la escritura como camino, es algo que hay que agradecer profundamente. En mi caso personal ese agradecimiento se multiplica por la vinculación con el Camino de Santiago.  

Cuando en dos mil dieciocho emprendimos con mi esposa la aventura de hacer completo el Camino del Norte a Santiago de Compostela, no imaginábamos lo trascendental que sería eso para nosotros. Hoy, seis años después, este premio muestra consecuencias del enriquecimiento vital que significó aquella experiencia peregrina y se constituye en un fuerte impulso vital para continuar con mis proyectos de escritura y seguir manteniendo vivo el anhelo de hacer el Camino Francés a Santiago, porque siento que tener proyectos alarga la vida. 

El siguiente enlace conduce al blog de la Asociación Cultural Padre Serapio donde está disponible el relato premiado: Bulliciosos gorriones.