Sobre los ecos de lo escrito
El teclado es el cincel con el cual modelo las palabras, esa suma de hechos, circunstancias, vivencias, experiencias, paisajes y emociones que conforman la materia prima de mis escritos. De tanto en tanto alguna de mis obras produce la magia del retorno y me llega el eco de lo que generó.
Hace unos años recibí el mensaje de un lector contándome que había leído Soliloquios de inquietud durante unas vacaciones en Italia. Que atrapado por la trama de la historia se había quedado varias horas en un bar de Nápoles hasta terminarla. Agregó que una vez finalizada se quedó un rato pensando en el valor de declaración testimonial que él le asignaba a mí novela, la que le había permitido escuchar los ecos de una época que no había conocido y comprender la dureza del exilio al que tantos se habían visto obligados a marchar.
Le respondí agradeciéndole de corazón su mensaje, el cual se había constituido en ese imaginario y fantástico puente que sueño se construya después de finalizada la escritura de una historia.