Sobre momentos, casualidades y desafíos

Hace poco, este libro que, en un cumpleaños, me regalara mi hijo vino a mi cabeza en tres momentos distintos.
El primero fue cuando hablábamos sobre el pueblo italiano en el que naciera mi abuelo, ese que llevamos más de veinte años queriendo conocer.
El segundo ocurrió al día siguiente, durante el festejo de su cumpleaños. Mientras le respondía a mi nieto adolescente sobre algunas historias familiares, mi hija me sugirió que podría escribir contándolas.
La última vez sucedió dos días después, cuando vi el libro en las manos del escritor Eduardo Sacheri, en una entrevista que le hacía a un futbolista. Era en un programa que él conduce, donde lee junto al invitado fragmentos de distintos libros. En esta ocasión, el libro en cuestión era este, el de Antonio Dal Masetto. (Sacheri, además, presidió el jurado que premió mi cuento La merienda.)
Todo esto, que en una primera mirada parecería tener ropaje de casualidad, reavivó mis ganas y sembró en este texto el desafío de escribir —con forma de relato— esas historias mínimas que forman parte del todo existencial y que, al calor del hogar, se cuentan en la mesa íntima.
Me gustan los desafíos…