Fuego cobarde

Se encuentran en el café de siempre, en la misma mesa junto a la ventana. Esa tarde, afuera, truena un cielo cargado de anhelos. Una canción murmura, hablando de ellos, mientras comparten un café.
Ellos, distantes, solo escuchan la lluvia. En sus ojos se refugia un deseo errante; de sus voces brotan palabras vacías, sus gestos delatan ansias urgentes y exhiben un lenguaje indolente.
El momento transcurre ocultando verdades. Su tiempo se consume en un fuego cobarde, mientras la canción, agotada, deja de hablar de ellos.
Ellos, cercanos, permanecen distantes. En sus miradas se dibuja una rebeldía rendida, sus manos chocan con las barreras de miedo, y sus voces susurran una verdad postergada. Su tiempo confluye en un presente perdido, hasta que, con pasos vencidos, se pierden en la vida.